El suelo es uno de los elementos más importantes de una casa, pero a la vez, uno de los que más pasa desapercibido. En este artículo te desglosamos algunos de los tipos de suelos que existen y te explicamos cómo elegir el suelo de tu casa en función del lugar donde vivas. Porque no es lo mismo vivir en zona costera que vivir en la montaña.

Tipos de suelos para casa

Suelos de madera o parqué

Uno de los tipos de suelos más conocidos y extendidos. Tradicionalmente se emplea en zonas frías debido a su alta capacidad se aislamiento térmico. Hoy en día, los acabados han evolucionado de los más clásicos a toda una gama de colores, tonos exóticos y texturas más naturales. Además, cabe destacar la calidez y la sensación de confort que aporta siempre la madera.

Suelo de madera

Por otro lado, los suelos de madera son los que más mantenimiento necesitan: se recomienda lijarlos y barnizarlos cada diez años, hay que poner especial cuidado en no mojarlos o no colocar cerca una fuente de humedad y, ante los arañazos y las rayaduras, conviene encerar para conservar la apariencia original de la madera. Es por esto por lo que no son recomendables en zonas muy húmedas o costeras, ya que la humedad del ambiente puede acelerar sus desperfectos.

Suelos cerámicos

El suelo cerámico es el más conocido, y es el que se suele emplear en baños, cocinas y terrazas. Es muy resistente a la humedad, frente a los suelos de madera, y muy fácil de limpiar y mantener. En zonas costeras, su uso se extiende por toda la casa, ya que aporta una gran sensación de frescor. Hoy en día, además, sus acabados son múltiples y variados, haciéndolos ideales casi para cualquier ocasión.

Suelos laminados

Los suelos laminados son suelos sintéticos compuestos por derivados de la madera. Al igual que sucede con los suelos cerámicos, los laminados tienen una gran resistencia y no necesitan mantenimiento. Cuentan también con un sinfín de acabados, siendo los más populares aquellos que imitan a la madera, en sus diferentes tonos y texturas. Son suelos duraderos con algunas ventajas del suelo cerámico, como la resistencia, y otras de los suelos de madera: la calidez y la sensación de confort.

Suelo laminado

Suelos de linóleo y suelos vinílicos

Los suelos de linóleo y los suelos vinílicos son la opción más fácil y económica de cambiar el suelo de nuestra casa. Son resistentes y fáciles de limpiar, y no necesitan preparación previa del pavimento, por lo que a la hora de instalarlos no hay obras de por medio. Ambos se colocan sobre el suelo limpio y se adhieren con un adhesivo o pegamento. A pesar de sus similitudes, tienen algunas diferencias remarcables:

  • El linóleo es un material fabricado a partir de productos naturales, generalmente corcho en polvo o harina de madera, aceite de linaza y resinas. El pegamento empleado para adherirlo al suelo es también orgánico, por lo que es una opción completamente natural.
  • El suelo vinílico, por su parte, está fabricado a partir de policloruro de vinilo (PVC). Se distribuye en bobinas o losetas pre-cortadas, siendo éstas últimas las más fáciles de colocar, ya que incorporan el adhesivo en su parte trasera. En el caso de la bobina, se instala mediante un adhesivo especial para vinilos.

Teniendo en cuenta el entorno natural de casa, ya sea zona costera o zona de bajas temperaturas, y el trasiego que vaya a recibir el suelo de la misma (uso diario, calzado, interior, exterior…), podemos elegir el tipo de suelo que más adapte a las necesidades de cada una de las estancias.